martes, 29 de noviembre de 2016

    NUNCA  VIA` PRENDER  A  SER  YEGUERO ….

Hoy, se cumplen 107 años del nacimiento de Serafín J. García.-
Había nacido un 5 de junio del año 1905, en las nacientes de la Cañada Grande, en una casa de “ladrillo entero”, con más puertas que ventanas y que estaba enclavada en un campo cercano al paraje “La Buena Vista”. Próxima al km. 333 de la Ruta 18 y a unos 10 kilómetros de Vergara, en el Departamento de Treinta y Tres.-
Fueron sus progenitores: don Serafín García y doña Sofía Correa.-
A los tres años de edad, se radicó con sus padres y hermanos en Vergara, abandonando físicamente para siempre el entorno del campo.-
Pero sin duda alguna, ese mismo entorno, había quedado prendido a su alma. Y una y otra vez, tuvo la inmensa satisfacción espiritual, de retornar a él.-
Con ese paisaje, sencillo, apacible y pintoresco. Con el juguetear del viento entre los árboles que marginan la Cañada Grande. Con el canto de los pájaros recibiendo y despidiendo el día. Con el espejo cristalino, viajero y rumoroso del curso fluvial.-
Tiempo de una generación antigua.-
De hombres y mujeres, templados en el ocaso sangriento de las guerras civiles. O en la dura lucha cotidiana, dialogando con las manceras de los arados, mientras las escarchas hirientes y los soles como fuegos, iban forjando los destinos erizados de rebeldías.-
Tiempo de carreros de carretas con bueyes. De mayorales de diligencias, de troperos eternos, de esquiladores munidos de tijeras “a martillo” y de peonas, que iban sembrando y criando hijos, entre las miserias y las soledades de los campos inmensos.-
Fue la generación de principios del 900. Con los campos de don Bernardino Sena. Con la pulpería y cancha de carreras de caballos, de don José Granada. Y un desfile interminable, de brasileros, italianos, alemanes y españoles, que se empeñaban en hacer del pueblito de “El Parao”, un Vergara eficiente y próspero.-
Aquel 5 de junio de 1905, frío y gris, cuando la “Mama Goya”, aquella vieja partera de la cual no quedó registrado su nombre, que asistía a doña Sofía Correa y que ante el nacimiento del nuevo ser, casi gritó: - Comadre… que precioso “Machurita” que es !!... jamás supuso, que entre sus manos agrietadas y envejecidas de pobreza, sostenía a quien luego fuera, uno de los grandes literatos campesinos de este suelo oriental.-
Su obra literaria, está por demás conocida. No me corresponde juzgarla, porque no soy para nada competente en la materia, ni tampoco ponerme a detallar todos los libros que editó.-
Sin embargo, tengo el placer enorme de escribir, que Serafín, fue un referente para muchos de nosotros que presumimos de evidenciar sus poemas, sus prosas y sus narrativas. Y con un lenguaje humilde, rebelde y “orejano”, además de plantar una bandera de libertad a los cuatro vientos, salvó también a una generación que ya se hundía, entre los oscuros y despiadados, laberintos del olvido.-
Fue una persona, huraña, introvertida, de pocos pero buenos amigos. Para nada amante de los reconocimientos y de las fiestas llenas de protocolos y oropeles.-
No obstante, sus obras vieron numerosas ediciones, y fueron traducidas a idiomas como: inglés, italiano, portugués y al yiddish.-
Recibió el Premio “Hans Christian Anderson” en 1970; un Premio Rodó; otro de la Trienal de Literatura, correspondiente a los años 1981-1983 y en este último año, ocupó el sillón Dámaso Antonio Larrañaga de la Academia Nacional de Letras. Dictó más de cien conferencias y colaboró con la prensa de Uruguay, de Argentina y del Brasil.-
Un ávido lector. Un gran observador del entorno socio-económico que le rodeaba. Y en Vergara además, escribió para los semanarios, fue empleado de farmacia, bibliotecario del Club Centro Uruguay, músico de la banda de Ipuche, en la década de 1920, y barítono, en el Coro “Orfeum” que en el año 1930, formaron los hermanos Jesús e Ignacio Santibáñez Lorenzo.-
Pero más allá de todo eso, hoy, me propongo rescatarlo en una de las tantas anécdotas que protagonizara  y que muchas veces, siendo un niño, la oí contar por su entrañable amigo y compañero de escuela, Ventura Robaina Moreno.-
Todo se desarrolló en una tardecita de octubre, a finales de la década de 1940.-
Serafín ya estaba radicado en Montevideo y había venido a Vergara a pasar unos días y a visitar a sus hermanos: María Esther y José (a) “El Macaco”.-
Retornaban de pescar del “Paso de Piriz” en una “arañita” tirada por un caballo, con Ventura y con Domingo Scarano. Dos amigos de siempre, en las andanzas pueblerinas.-
El dilema, se planteó al llegar a la portera del campo de doña Dionisia Pereira de Pintos (la madre de Juan Luis Pintos, quien fuera Senador y Diputado colorado, por Treinta y Tres), con el camino que conducía al “Paso de Piriz”.-
-Quién abría la misma?....
Ventura, como más campero que era y quien llevaba las riendas del rodado, dijo en voz alta, para gastar una broma:- Ché “Machurita”… bajate vos que venís del lao del estribo y abrís la portera….
El escritor, sin decir una palabra, echó pie a tierra, se dirigió hasta la portera y accionando el “cambón”, la dejó libre para que pasara el rodado.-
Pero ese no era el problema real.-
El problema real y acuciante, era como cerrarla y ahí, estaba el manifiesto latente, de la ciencia campera….
Y en esa parte, hacía hincapié Ventura:- Pobre Machurita, lo mirábamos con Domingo y él luchaba y luchaba por emparejar la portera y colocar el “cambón”……Hasta que al fin se entregó y abandonó la carrera. Dejó portera y “cambón” tiradas en el suelo….
Entonces, Ventura bajó del rodado y encaminó sus pasos hacia donde venía Serafín. En el trayecto hacia la portera, cruzaron sombras y miradas, bajo el mortecino sol de octubre. El escritor, cansado de la lucha con la portera, levantó la cabeza y comentó con un dejo de nostalgia: - Mirá canario!..cerrá vos que podés, esa portera….Yo nunca viá` prender a ser yeguero !!!

(Artículo escrito el día 5 de junio del 2012).-

Texto: Jorge Muniz.-
Vergara, 29 de noviembre del 2016

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