sábado, 19 de noviembre de 2016

                      


   LA  LEYENDA  DEL  TACUARÍ

Fue en pleno mes de enero del año 1935.-
Basilio Muñoz, caudillo blanco independiente, nacido en Cerro Largo, una vez más se había levantado en armas contra el gobierno. Esta vez, contra la dictadura que desde el día 31 de marzo de 1933, había impuesto el Dr. Gabriel Terra.-
Por los campos y poblaciones del Uruguay profundo, otra vez como en los viejos tiempos, los leales a Muñoz, emulaban el llamado de los clarines, aceitaban armas, componían aperos y caballos y templaban los corajes, en las rojizas fraguas de los crepúsculos de fuego.-
Los rumores, corrían presurosos de fogón en fogón.-
Y bastaba un largo y repicado relincho, para que el mundo rural se pusiera en alerta.-
“La perrada” atropellaba campo afuera espantando quien sabe que misterios de la noche. Mientras los ojos avizores de los gauchos, taladraban las sombras buscándole una explicación que no llegaba nunca.-
En la casa de los Arismendi (Asdrúbal, “Perico” y Amadeo), descendientes de Ascensión (el vasco, que había sido socio de Juan Pedro Ramirez) en una rinconada del Tacuarí, no muy lejos del mítico “Paso del Dragón”, pero del lado de Treinta y Tres, cuatro hombres armados, rodeaban la luz mortecina de un fogón campero.-
Hablaban casi en silencio, acerca del levantamiento de Basilio.-
Desviraban tientos sutiles de otras revoluciones contra el gobierno, tenían centinelas apostados en lugares estratégicos y mientras la prosa discurría entre mate y mate, el fogón parecía desperezarse, circunvalado por una llanta de carreta.-
Los datos viajaban de un lado para otro, con el mismo tiempo de un trote chasquero.-
Se decía que el vecino Saturno Irureta Goyena, el dueño de “La Teja Vieja”, se había levantado con armas y gente, del lado de la revolución. Que Basilio Antúnez, andaba por los campos de Cerro Largo insubordinando el gauchaje contra el gobierno. Que en las Costas del Sarandí Grande, Luis Padula y su hermano Viterbo, habían encerrado un lote grande de caballos, mientras mantenían en la estancia, gente armada y dispuesta a pelear si era necesario….Aunque en contraposición a todo esto, soldados del Octavo de Caballería de Melo, también habían salido para campaña con sus caballos, sus capotes verdes y sus pertrechos de guerra…..
En eso estaban cuando escucharon el galope de un caballo, que venía hacia el mismo sitio donde se encontraban.-
Los grillos enfundaron sus instrumentos, los “bichitos de luz” apagaron sus faroles por un momento y “la perrada” de la estancia, atropelló ladrando…
Era uno de los “bomberos” (como le llamaban los paisanos de otro tiempo), que en lugar de venir a dar “parte” de movimientos de soldados, de revolucionarios o de caballos, echó pie a tierra para comunicarles que en una zona escondida del monte, un árbol, al parecer un coronilla ardía y crepitaba en toda su extensión, bajo un extraña aureola de fuego.-
Los ojos del que venía, parecían escaparse de las órbitas mientras detallaba el suceso.-
- Y es el único qui arde, ninguno más-  repetía una y otra vez….
Salieron cocina afuera y al mirar en la dirección que indicaba la mano derecha del que había traído la noticia, pudieron ver azorados aquella misteriosa y significativa aureola de fuego.-
Un moreno que se contaba entre los cuatro que estaban en la cocina de la estancia, cigarro de chala en la boca, bombachas gastadas y alpargatas bigotudas, dijo: - Pa mí, nada d`eso es nuevo….Munchas noches he visto esi árbol arder así mesmo. Desde la copa hasta la ráiz, como si tuviera abrasao por el juego….Y me he cayao la boca porque los viejos di antes decían, que eso es el mesmo diablo que anda campiando las cosas en la tierra. Y que de lejo hasta puede sentirse la carcajada del malino, porque se réi y gargantea de los crestianos que le tienen miedo….
Pitó hondo, “mascó” el tabaco y desenvainó el facón que llevaba en la cintura. Le tanteó el filo, lo hizo viborear en el aire y antes que los otros pudieran decir algo, dijo en tono desafiante:- Pero yo no tengo miedo, carajo! Mi madre no me crió con leche emprestada... Viá a dir a descubrir qui es eso de una vez por todas!!.... Solo, les viá pedir algo, porque no creo que guelva vivo. Qué si saben rezar, recen y que encomienden mi alma al Criador!
Dicho esto, envainó nuevamente el arma, montó en pelo su caballo tordillo y salió abriendo la noche, densa y pegajosa de aquel enero lleno de sucesos….
Fue la última vez que lo vieron.-
Después, escucharon cuando cerraba la portera “de hojas” que da hacia el monte del Tacuarí, animaba al tordillo con chasquidos de boca y le arrancaba un galope acompasado.-
Pocos momentos más y el árbol misterioso se había sumido en la oscuridad….
La noche se volvió a poblar de cantos de grillos, de farolitos de luciérnagas y de aquel calor denso y pegajoso que parecía no terminarse.-
El que había traído la noticia, no quiso retornar a su puesto de vigía.-
Con las primeras barras del día, la calma retornó a los quehaceres diarios de la estancia.-
El follaje se encendió de verde. El canto de los pájaros le puso alas a un nuevo amanecer. Y el sonido inconfundible del agua cristalina, volvió a unir desde la arisca geografía, los campos patriarcales de Treinta y Tres y Cerro Largo.-
Pero, ni el moreno ni el caballo tordillo retornaron jamás, a la querencia….
Fueron a buscarlo y encontraron las huellas de una pelea reciente, en los alrededores del coronilla. Éste, no había sido afectado por fuego ninguno y más adelante, en un túmulo levantado a mano, alguien había hecho una cruz con dos facones….
Por la empuñadura de guampa y la cruz en “ese”, reconocieron que uno era el facón del moreno de la estancia.-
Pronto supieron que a Muñoz, le habían bombardeado gente y caballada, en un rincón del monte del Río Negro. Que don Saturno, se había dispersado con sus seguidores. Que Basilio Antúnez se había recluido en una estancia de Cerro Largo y que Basilio Muñoz, había tenido que exiliarse otra vez, en Santana do Livramento (Brasil) porque los compañeros lo habían dejado solo y las ideas se le habían agotado.-
En ese caso, intuyeron que la revolución estaba perdida, que el Dr. Terra, seguía nomás al frente del gobierno y que los soldados del Octavo, habían retornado para el Regimiento de Melo.-
Muchos de los paisanos de la zona, comentaron que la leyenda no existía y que el hombre se había ido en el tordillo para el Brasil, con la excusa del árbol en llamas, pero en realidad, huyendo de la guerra que la suponía bastante cerca…
Otros, decían sin embargo, que se había trenzado a facón con el mismo diablo en un singular duelo criollo. Y que era muy probable que lo hubiera dejado malherido y fuera de combate, con un lote de hachazos desparramados por el cuerpo….
Porque sabían que el hombre de color era corajudo, que era diestro en el uso de las armas blancas y que a partir de ese día, nunca más lo vieron al coronilla, prenderse fuego!.....  
 
(Escuchado a Luis Larronda Fernández, en Vergara).-
Texto: Jorge Muniz.-
Vergara, 19 de noviembre del 2016.-
                                                   

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