jueves, 17 de noviembre de 2016

                     
               



EL  ULTIMO  ABRAZO  DE  LOS  SARAVIA

La historia nacional registra que el día 12 de julio de 1897, después de la batalla de Aceguá (Cerro Largo) y cuando la paz, ya se había puesto en camino, los hermanos Aparicio y Basilisio Saravia da Rosa, mantuvieron un encuentro entre ambos.-
Recordaron y lamentaron la muerte de “Chiquito” (el menor de los hermanos- caído en combate el día 19 de marzo de 1897). Hablaron de la pugna partidaria, se reprocharon ciertas actitudes personales y en ese caso, cada uno de ellos pretendió imponer su divisa y su consigna íntima, aunque al final, afloró la paz y se confundieron en un abrazo fraterno.-
Para los historiadores, ésta, habría sido la última vez, que los Saravia se dieron un abrazo. Sin embargo, para la tradición oral, no fue así….Y como tal, debo dar asidero a mis palabras.-
En el invierno del año 2004, los hermanos Apolonio (“El Hijito”), Elsa y Vicenta Acosta Sosa (a la fecha, solo vive la última de las nombradas) me invitaron un día a sus respectivas casas, porque querían darme un testimonio histórico no conocido, antes de que el mismo se fuera a la tumba, con sus propias vidas.-
Siendo adolescentes, en la campaña de Cerro Largo, lo escucharon contar de labios del abuelo materno, don José Domingo Sosa, quien en el año 1904 y durante muchos años más, fue Mayordomo de la estancia de José Francisco Lucas, ubicada en ese Departamento.-
El hecho en cuestión, ocurrió sobre la media mañana del día 23 de junio de 1904, con mucho frío y con una batalla que a cinco kilómetros del lugar, estaba dirimiendo la suerte de un partido político y por añadidura, la vida de muchos orientales.-
Sabido es, que todo había comenzado el día 22 de junio de 1904, exactamente a la hora 14 y 30 minutos, en las serranías agrestes de Tupambaé (Cerro Largo).-
Unos 15.000 hombres del ejército blanco, que mandaba el General Aparicio Saravia, con más lanzas que fusiles, con más coraje que balas, con un cañón “averiado” que tenía 56 proyectiles y 2 ametralladoras con 17.000 cartuchos, cargaron a pie y de a caballo, ni bien “cacareó” el sonoro clarín del moreno “Camundá”.-
Iban, contra la vanguardia del ejército colorado que se hallaba posicionada de las serranías de Tupambaé.-
A su vez los defensores, contestaron al ataque con unos 5.000 soldados bien pertrechados, fusiles flamantes y munición a destajo, 3 piezas de artillería y 4 ametralladoras bien provistas de balas.-
Mandaba el General Pablo Galarza. Caudillo colorado de Soriano y Jefe del Segundo de Caballería. A su lado, como Segundo Jefe, estaba el Coronel Basilisio Saravia, con la aguerrida División de Treinta y Tres.-
Y la lucha fue terrible y sangrienta, en base a los escritos que dejara el historiador Mena Segarra.-
Mientras los colorados derrochaban balas a diestra y siniestra, la caballería y los infantes de Aparicio, cargaban a lanza y lograban desalojar por un tiempo, las serranías del lugar. Por doquier, llovían las balas. Se enroquecían las gargantas vivando consignas y/o dando órdenes, mientras las ametradalloras gubernistas barrían el terreno, cobrando vidas y precipitando retiradas.-
El primer día, la batalla se silenció con las primeras sombras de la noche. Pero al amanecer del día 23 de junio de 1904, entre la helada y el frío reinante, ambos ejércitos tendieron otra vez sus líneas de batalla, municionaron como pudieron sus gentes, levantaron muertos y heridos y reiniciaron el combate.-
Una vez agotadas las reservas de cartuchos desde ambos lados, no vacilaron en echar mano a las dagas, a las lanzas, a las espadas y continuar la brega “a faconazo limpio”…
Había varios que después vivieron y murieron en Vergara. Y que contaban con detalles, los pormenores de la batalla. Del lado blanco: Segundo Oxley, Eusebio y Carmelo Almada, Gabriel Rodriguez Alonso, Gerónimo Antúnez, Fructuoso Ledesma, Manuel y Joaquín Piriz, un moreno de apellido Sosa y Saturno Irureta Goyena, entre muchos más.-
Del lado colorado: Héctor y Octavio Correa, Belarmino Silvera Igarabide (que tenía 15 años de edad), José, Santos y Brígido Muiño Nalerio, “El Zurdo” Ramos, Wenceslao Zuluaga Zuluaga (“El Chato”), “El Indio Mecha”, Francisco Rodriguez y su mujer, Consuelo Silva.-
Pero lo cierto del caso es, que el 23 de junio a media mañana, el Mayordomo Sosa, vio que dos personas a caballo convergían desde campos distintos, con dirección a la estancia de Lucas.-
Cuando se acercaron, reconoció que los jinetes, se trataban de los dos hermanos Saravia, arropados con sendas capas azules. Una, con bordados celestes. La otra, con bordados rojos.-
Por prevención, Sosa ordenó que la familia y el personal de la estancia, se recogieran en el interior de la casa. A lo lejos, trepidaban los cañonazos y tableteaban las ametralladoras sus fúnebres letanías….
Los dos Saravia, saludaron sobriamente al Mayordomo, pidieron una habitación para conversar a solas y éste, les condujo al mirador de la estancia, donde podían hablar sin ser molestados y a la vez, observar el desarrollo de la lucha.-
Al mediodía, los dos hermanos, almorzaron gallina con arroz….
Próximo a la hora catorce, llegaron cuatro jinetes más a la estancia. Dos blancos y dos colorados, que parecían ser los ayudantes de ambos jefes.-
Se estaba dirimiendo la batalla de Tupambaé y el Mayordomo, reconoció a uno de los hombres, como el Escribano Basilio Muñoz.  Amigo, consejero y lugarteniente de Aparicio Saravia.-
Contó Sosa, que acompañó a los hombres hasta el mirador donde Aparicio y Basilisio continuaban reunidos y que cuando se disponía a bajar por la escalera, para retornar a la planta baja, escuchó bien claro, cuando Muñoz se dirigió a Basilisio Saravia y le dijo a toda voz: - Cuándo van a parar la guerra, mi Coronel ?...Usted no se da cuenta, que nos estamos matando de a uno y entre orientales?…
A lo que contestó Basilisio: - Yo ya le dije y le reitero, Muñoz….Que en el gobierno, hay lugar para un partido solo!!...
Cerca de las 16 horas, todos los hombres bajaron del mirador y tras cambiar saludos los ayudantes con los jefes y entre ellos mismos, los dos hermanos Saravia, se confundieron en un apretado abrazo.- Luego, montaron a caballo y se dirigieron hacia sus respectivos campos de acción.-
La batalla más sangrienta de la revolución de 1904, estaba finalizando…Y con ella, se envolvía en el aciago crepúsculo, el último saludo de los dos hermanos….
Aparicio, fue herido en Masoller (Rivera) el día 1ero de setiembre de 1904. Murió en suelo brasileño, el día 10 de ese mismo mes y año.-
Mientras que Basilisio, estaba en Tacuarembó con su División, cuando ocurrió esta batalla y luego de ser Comandante Militar y Jefe de Policía de Treinta y Tres, falleció en la ciudad de Montevideo, el día 14 de mayo de 1916, aquejado de una incipiente diabetes.-

Texto: Jorge Muniz.-
Vergara, 17 de noviembre del 2016.-

Revolucionarios blancos en  1904
Vicenta  Acosta Sosa- 95 años - 17 de noviembre del 2016-



Estancia del Sr. José Francisco Lucas, cerca de Tupambaé (Cerro Largo) en cuyo mirador parlamentaron los Saravia.-

División del Coronel Basilisio Saravia en 1904














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