jueves, 17 de noviembre de 2016




"EL  LABERINTO  TERRENAL  DE  “LA  TORANZA”…..

Fue una de las tantas leyendas femeninas, que paseó su estampa legendaria por las calles de este pago vergarense.-
Nombrada y re-nombrada, por hombres y mujeres, de aquel Vergara ambientado a comienzos de la década del 1900, llegó hasta la generación de los años 60, vuelta suceso comarcano y en ancas de una frase más que elocuente: - Mala!!.. Cómo “La Toranza”!!
Que para esa época, ya era decir mucho…
Sus mentas de mujer guapa y peleadora (cuando le buscaban la reacción), trascendieron más allá de los límites del pago viejo. Y cruzando de Sur a Norte los sinuosos y precarios caminos del Departamento, se pobló de existencia, de gentes y de geografías. Recorrió leguas, en boca de los carreros, de los mayorales, de los troperos o de los esquiladores “a martillo”. Campeó de fogón en fogón, de boliche en boliche, de prosa en prosa, mientras el mate amargo o la caña blanca, mojaban labios, moldeaban conciencias y desataban las lenguas….
Voluntariamente la existencia, el cerno y el destino de esa mujer, se fueron quemando en la misma hoguera.-
En algún momento de su tiempo, las noches lejanas del Parao, le prestaron el armiño de sus lunas y el dorado de sus estrellas. Pero la llamaron los senderos fangosos de la leyenda. Y las luces de un instante se volvieron sombras largas, cuando comenzó a frecuentar los ranchos pobres del pueblo donde acechaban hombres sedientos de sexo y de “machismo”, labios pintados, risas chillonas y caricias fingidas.-
Se le cerraba un ciclo vital, donde imperaban el desarraigo, la miseria y el sometimiento y no le quedó otro escape que volverse “Mujer de la Vida”.-
Se llamó: Adelaida Méndez.-
Y le decían “La Toranza”, porque siendo bastante joven, desde las Costas del Olimar Grande, allá por la Séptima Sección de Treinta y Tres, la había raptado en el anca del caballo, el “Indio” Toranza; un matrero que a las fuerzas, la había hecho su mujer. Con una gavilla de malvivientes, que vivían de tropelías, robando casas, huyendo de las fuerzas policiales y escondidos en los montes.-
Años, andanzas y desatinos, lo llevaron al “Indio” Toranza, un mestizo nativo de Cerro Largo, apegado en un tiempo a las fuerzas del General Justino Muniz, a huir hacia el Brasil, cuando los Guardia Civiles del Comisario Segundo Oxley lo traían a raya y su captura era inminente.-
Abandonada a su suerte y a lo que la Providencia le deparara, Adelaida Méndez “La Toranza”, se quedó perdida entre las calles y los ranchos pobres de aquel Vergara aldeano, que recién comenzaba a despuntar.-

A NEGRINHA TÁ CHORANDO……
Juan Francisco Silva, había nacido en los alrededores de Bagé (Río Grande do Sul- Brasil), en el año 1829, bajo el Imperio del Rey Pedro I.-
Hijo de negros esclavos, él, también lo fue y su vida quedó relacionada para siempre a la de José Zuluaga, en realidad el primer “Zuloaga”, que arribó a la “Picada del Parao” y allí levantó sus poblaciones. Hombre de sangre vasca, casado con Flora Fernández y que junto a sus ancestros españoles se había convertido en colono riograndense, cuando por designios del Rey Juan VI de Portugal, llegaron al Sur del Brasil, allá por 1778.-
Labraron tierras, conformaron familias, legaron linajes y emprendieron sus propias aventuras.-
Joven aun, el moreno Juan Francisco Silva, llegó a la zona antedicha con el cometido primordial de enseñar a Honorio (uno de los hijos del estanciero) a montar a caballo y luego instruirlo en las tareas específicas del campo.-
Y se quedó en la zona de los Corrales del Parao (hoy, Segunda Sección del Departamento de Treinta y Tres). A pocos kilómetros del “Paso de Piriz”, donde la geografía llena de afectos y de recuerdos, guarda tanta ternura y armonía, para quien escribe estas líneas.-
Formó un hogar, crió hijos, envejeció y murió en la casa de los esposos: Héctor Correa y Carlota Pereira, un día 29 de setiembre de 1944… Tenía más de 100 años y sus restos fueron olvidados en alguna tumba del Cementerio de Vergara…
El destino sufrido y azaroso de ese moreno, lo llevaría en el año 1903, a perder a su esposa de nombre Dominga, a manos del “Indio” Toranza, que en su huída hacia el Brasil y acompañado por otros forajidos, “avanzó” la casa de Zuluaga, robó algunas cosas, prendió fuego a otras y arrebató la mujer de Juan Francisco con una hijita de ambos….
Muchos años después, ya muy anciano, con el pelo y la barba blanca, el negro viejo entre lágrimas sinceras de cariño, cismaba con ese caso que lo mortificaba insistentemente.-
Su mujer, no había retornado jamás, ni noticias tenía de ella ni de su pequeña hija. Suponía que ambas estaban en el Brasil, sometidas al yugo de los forajidos o vendidas como esclavas a “fazendeiros” poderosos. Qué martirio cargarían a cuestas esas pobres infelices?....
Con solo pensarlo, Juan Francisco enjugaba una y otra vez sus lágrimas, mientras por las noches musitaba entre dientes: -Aparece Dominga.. que a negrinha tá chorando…

LA   MUERTE   DE   “EL   FIROCA”
Decían los más viejos de este pago, que “La Toranza”, en el interior de una de sus manos ocultaba una piedra de boleadora “retobada” en cuero, asida por un trozo de tiento, a una de sus muñecas.-
En el momento preciso, la soltaba firmemente hacia su contrincante. Por ende, era un arma de mucho cuidado. Temida y maldecida, por quien o quienes, osaban enfrentársele.-
La noche del 15 de agosto de 1915, cuando un balazo mortal disparado a quemarropa en el cuello de Porfirio Martínez, alias “El Firoca”, avieso personaje de la noche vergarense, lo dio por tierra en la calle, frente al rancho de la negra vieja Apolonia Fernández ( una brasilera que había sido esclava y que murió con más de cien años sobre su lomo), dos hombres y una mujer, rodeaban el cuerpo del extinto a la llegada de la Policía.-
Ellos eran: Eusebio Almada, conocido por “El Burro” (timbero, contrabandista con cargueros con fama de corajudo, y en otro tiempo, soldado blanco del General Aparicio Saravia); Cosme Araújo (guitarrero y luego Guardia Civil) y por supuesto que Adelaida Méndez, “La Toranza”, también estaba allí.-
A pesar de los ingentes esfuerzos del Comisario José Germán Muiño Nalerio y de los rumores nunca confirmados de que uno de los Padula Merlino habría sido el homicida, en realidad la muerte de “El Firoca”, nunca fue aclarada. A pesar de que él, Almada y Cosme Araújo, un rato antes habían abandonado juntos, uno de los tantos prostíbulos donde “La Toranza”, ejercía su oficio.-
Mundo donde primaba la bohemia, el alcohol, los faroles a kerosene y los bailes “a realito” donde solo bastaba un acordeón “verdulera” y alguna guitarra destemplada para sacudir a unas pocas parejas.-
 Mundo de besos comprados, de viejas pendencias saldadas a sangre y a cuchillo, que más de una vez obligaron a Muiño y a sus Guardia Civiles, a separarlos a empujones, a “sablazos” y de revólver en mano. Dándole así al “cepo” o a la “barra”, un más que numeroso atracón de presos. Porque en esos tiempos todavía no se habían creado celdarios en las Comisarías.-
Todo ese mundo, pobre, oscuro, sufriente, atestado de “malas enfermedades” y largas intrigas, fue oprimiendo y flagelando la imagen de Adelaida Méndez, hasta convertirla en una tenue llamita de luz. Un viento imaginario le apagó para siempre y Juan Cándido, tuvo que cavar otra sepultura más, en el viejo cementerio del Barrio “La Cuchilla”.-
La tierra oscura y fría devoró sus restos. Sin embargo y gracias a las memorias orales del pago, el olvido pérfido y sutil, no pudo llevarse el recuerdo frágil y sufriente.-
La historia de “La Toranza” cobró vida y se elevó hacia los cielos infinitos, libre ya de prejuicios y sufrimientos terrenales!.....

(Fuentes: Recopilación de las memorias del “Laucha” Prieto, de Héctor Correa Pereira “El Hijo” y de amarillentos partes policiales de la Comisaría de Vergara).-
Texto: Jorge Muniz.-
Vergara, 17 de noviembre del 2016.-

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