sábado, 26 de noviembre de 2016

    AJUSTE DE CUENTAS, EN EL PUENTECITO……

Muchas veces el tenor y la dimensión de los hechos de sangre ocurridos en el seno de una comunidad, cambian para siempre el tránsito normal de una generación.-
Mientras ésta persista, ése o esos hechos con su inevitable cortejo de odios y de rencores contenidos entre las familias tocadas, irá acompañando un proceso inexorable que aunque las religiones y los proverbios, perentoriamente les hagan olvidar lo sucedido, en los corazones,siempre quedará una cicatriz por zurcir.-
Similar a un fogón campero que no ha terminado de apagarse y que con solo soplarlo, enseguida levanta llama….
Desaparecida físicamente esa generación de hombres y mujeres, él o los hechos se van diluyendo en el tiempo y se borran de las memorias, hasta extinguirse por completo.-
Por sí o por no, la verdadera historia de los pueblos muchas veces ha sido salpicada por la sangre de justos e injustos. Y no queda otra que referirse a esos casos, porque constituyen gran parte del folklore comarcano y porque en la vida misma, no todo es sencillo como parece, ni todo “es agua de rosas” como lo pintan….
Fue en Vergara y en la noche fría del día 29 de junio de 1934….
Reginaldo Rodríguez (nacido en la zona del paraje “El Alegre”, Costas de Corrales del Parao- donde su padre, conocido por “Juan González”, poseía un trozo de campo-), era Sub Oficial de la Policía en Vergara.-
Por su parte, Jesús Caraballo (nacido y criado en Vergara- a quien comúnmente le llamaban " El Correntino") era Guardia Civil de la misma Comisaría y ambos estaban enemistados, por los “lleva y trae” que habían tejido sutilmente sus esposas. Aunque es de orden decir que también ellos no tuvieron la suficiente voluntad de pararse frente a frente y conversar el asunto.-
Lo cierto es que esa noche, ambos estaban en el mismo turno de la Seccional y el primero de los nombrados en calidad de “Jefe del Turno”, lo eligió a Caraballo para salir juntos a pie, en una “recorrida” por el pueblo.-
Así lo hicieron, paso por paso y sin cruzar una palabra en todo el trayecto…
Al llegar a la esquina de las calles Agustín Urtubey y Bernardo Berro, a una cuadra del cine “DAZER” (hoy, Salón Multiuso “Serafín J. García”), en las inmediaciones del puentecito construido por don Sabino Asís, sorpresivamente y sin decir “Agua va”, el Sub Oficial desenvainó el sable corvo que pendía de su cintura, y la emprendió a “planchazos”, contra Caraballo, que no entendía nada…
Éste, retrocedió unos pasos, a su vez desenvainó la espada de reglamento y respondió con creces, a la agresión del superior.- 
Otras escaramuzas más y ambos Policías con la “sangre caliente”, tiraron los sables y desenfundaron los revólveres reglamentarios.-
Se cruzaron varios tiros con sus bramidos de muerte y uno de ellos dio por tierra a Reginaldo, tras atravesarle el tórax e inferirle una herida mortal en el corazón…..
Trastabillando, Jesús Caraballo retornó hacia la Comisaría, pero, estaba herido en el abdomen y al llegar frente a la casa de la familia Scarano-Medina, por calle Joaquin Suárez (la principal de Vergara), no pudo más y cayó al suelo. Desde allí fue levantado por ocasionales vecinos, les contó lo ocurrido, llamaron a sus compañeros y como pudieron, luego de largo rato lograron trasladarlo en auto y en un viaje interminable, al Hospital de Treinta y Tres.-
Otros vecinos y otros Guardia Civiles, se trasladaron a la zona del puentecito, desde donde levantaron las armas caídas y el cuerpo exánime de Reginaldo Rodriguez…..
Como muchas veces ha pasado, las lágrimas, las disculpas y él consabido: “yo les había dicho”…..llegaron tarde….
No faltó uno que abriera la boca y comentara, que el Sub Oficial Rodriguez, le había dicho que le iba a dar una paliza de sable a Caraballo porque era un milico “ lengua larga” y además, “con fama de jodido”…..
A todo esto, el Guardia Civil Jesús Caraballo, falleció el día 3 de julio de 1934, en el Hospital de Treinta y Tres, sin poder recuperarse de las heridas recibidas: El puentecito que mandaron construir los hermanos Zito en los inicios de 1930 sobre la cañada “El Charco”, pasó a tener su propia leyenda y posteriormente dos hechos más de sangre y de muerte, se registraron en sus aledaños.-
Tanto Reginaldo Rodriguez, como Jesús Caraballo, en tumbas distantes, esperan la resurrección eterna, en el cementerio de Vergara.-

(Fuente: Investigaciones del autor y colaboración de María Angélica Silva Arismendi).-
Texto: Jorge Muniz
Vergara, 26 de noviembre del 2016.-

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